El famoso botafumeiro (literalmente ‘esparcidor de humo’, en gallego), es uno de los símbolos más conocidos y populares de la catedral de Santiago de Compostela.
Es un enorme incensario que cuelga del techo y oscila por la nave lateral de la catedral mediante un sistema de poleas manejado por ocho hombres llamados tiraboleiros. El impulso y la parada del mismo se lleva a cabo por el 'tiraboleiro mayor', que además es el que marca el ritmo del impulso.
Se balancea sobre las cabezas de los feligreses impregnando el ambiente del olor al incienso quemado en su interior.
El primero se instaló en los siglos XIII o XIV y tuvo como finalidad disimular el hedor que en la catedral imperaba fruto de las costumbres poco higiénicas de los peregrinos. Se dice que el humo que emite el botafumeiro tiene propiedades terapéuticas para ciegos y tuertos, tartamudos y personas que sufren de afecciones respiratorias.
El botafumeiro pesa 53 kg y es de un metro y medio de altura. Se eleva a 20 metros y puede llegar a alcanzar una velocidad de 70 kilómetros por hora. Debido a la velocidad y el peso puede adquirir una enorme energía.
A causa de ello, en épocas pasadas hubo desprendimientos de la cuerda. En 1499 se desprendió el botafumeiro y salió por la Puerta de Platerías, en presencia de Catalina de Aragón, que estaba de visita en Santiago. Similares situaciones ocurrieron en 1622 y 1937. En ninguna ocasión hubo víctimas por el desprendimiento.
En la actualidad se mantiene despejado el crucero de la catedral durante el vuelo del botafumeiro para que los turistas o curiosos accedan solamente hasta el perímetro desde el cual se maniobra.

El botafumeiro puede admirarse en las misas solemnes. El resto de los días se utiliza y está expuesta una copia de tamaño algo menor al original realizada en alpaca, que se conoce con el nombre de la alcachofa.

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