Etapa 5. Burgos – Frómista (65,2 km)

A las seis y media de la mañana, sorpresa. Pinchazo en la Scott de José Ignacio.
Lo que pudo haber sido una excusa para seguir un rato más en este magnífico hotel, se subsanó de manera rápida con una cámara de repuesto (J.I. no lleva tubeless, y pudo ser casualidad, pero fue a la larga el único pinchazo del camino).
Dado que en el hotel no teníamos concertado desayuno, buscamos un bar en la salida, pero no fue posible hasta llegar a la zona de la Universidad.  Y en 20 minutos, tras reponer fuerzas, monturas en marcha camino de Frómista.
Como viajando en una máquina del tiempo, el peregrino del siglo XXI se interna en la sobria Castilla, en compañía de su sombra y de su esfuerzo. Y con el único paisaje que nos ofrece la interminable pista de parcelaria que asciende por la meseta cerealista.
Tardajos, Hornillos del Camino, Hontanas, son poblaciones que evocan buena parte de la magia con la que envuelve el Camino al peregrino. Son pueblos casi medievales que otorgan al Camino esa leyenda que ha fraguado desde sus orígenes.
Gallo de Hornillos del Camino
En Hornillos del Camino paramos a sellar la credencial, y contemplamos la iglesia de la plaza, aprofechando para hacer fotos de la fuente del gallo. La historia de este gallo de Hornillos dice así: “Derrotados los ejércitos de Napoleón en la Guerra de Independencia, los franceses se hallan en franca retirada. Grupos en desbandada pululan por media España tratando de alcanzar la frontera. Uno de estos, desarmado, maltrecho y hambriento hace su aparición en las cercanías de Hornillos. Una avanzadilla se acerca al pueblo y aprovechando que los vecinos se encuentran escuchando la Santa Misa, hacen un saqueo por todos los corrales, dejando al pueblo sin una sola gallina. Para no delatarse, los gabachos esconden los pollos y gallinas muertos en los tambores, reuniéndose a continuación en la plaza de la Fuente. A la salida de Misa, los pobres paisanos se percatan de que en los corrales han desaparecido los gallos y las gallinas que
Fuente de Hontanas
eran su base de alimentación. Con el Alcalde al frente, todos los vecinos acuden a la plaza de la Fuente a pedir explicaciones a los franceses, que niegan rotundamente una y otra vez su conocimiento. Lloran las mujeres por tanta desgracia pidiendo la intersección de su patrono San Antón, y entonces sucedió el milagro, ante las miradas atónitas de los presentes, uno de los gallos muertos comenzó a cantar desde el interior de un tambor, descubriendo la fechoría”. Desde entonces el gallo fue el símbolo del pueblo de Hornillos y la fuente pasó a llamarse la Fuente del Gallo.
Más adelante, en Hontanas, encontramos una fuente manantial que ofrece un agua helada, ocasión que aprovechamos para llenar nuestros bidones que ya llevaban caldo en su interior. Al lado de la
fuente encontramos la fachada de una vivienda con una pancarta puesta por los vecinos del pueblo que dice “Esta casa no se vende. Es del pueblo para fines sociales. No es de la Iglesia”. Se trata de un caso de reivindicación que hace unas semanas se ha visto reflejado en los informativos nacionales, y cuya solución final no conocemos.
Convento de San Antón
Tras dejar atrás Hontanas, a 5,5 km, llegamos  protegidos por los soberbios fresnos que parecen proteger nuestro paso, al Convento de San Antón. Fue fundado en 1146 por Fernando VII y, en él, los monjes antonianos trataban a los enfermos de una gangrena infecciosa conocida vulgarmente como 'fuego de San Antón'. El causante de este mal, hoy bien conocido, era un hongo que alteraba el grano del centeno.
Después de traspasar el arco de triunfo que semeja el esqueleto del convento, abordamos la recta de más de dos kilómetros que nos planta en Castrojeriz, última villa burgalesa en el Camino de Santiago. Castrojeriz se esparce en forma de media luna a las faldas de un cerro que domina un primitivo castillo. Lo primero que nos sale
Nuestra Sra. del Manzano - Castrojeriz
al paso es la ex colegiata gótica de la Virgen del Manzano. Más adelante se gira para tomar la calle Real de Oriente y descubrir un casco de casas blasonadas y arquitectura tradicional. Pronto pasamos, a mano derecha, la iglesia de Santo Domingo, gótica y con una elegante portada plateresca del XVI. Como curiosidad, en el lateral que asoma a la calle hay un par de calaveras esculpidas. El desnivel culmina en la plaza Mayor, dotada de soportales donde tomar un respiro.
El paso por Castrojeriz se hace largo, posiblemente el paso de más longitud de todos los pueblos que atraviesa el camino. Antes de salir visitamos el Bazar del Peregrino, donde sellamos la credencial con firma manuscrita del responsable (una persona muy mayor que se toma su trabajo muy en serio), establecimiento que merece la pena conocer. Allí tiene de todo lo imaginable y lo inimaginable, y parece sacado de una película de Berlanga.
Salimos de Castrojeriz para afrontar la subida al Teso de Mostelares, hito geográfico y
Teso de Mostelares-Castrojeriz al fondo
recuerdo imborrable de la peregrinación a Compostela. El acusado repecho comienza metros después de franquear el río Odrilla por un puente de madera. En un kilómetro y trescientos metros superamos un desnivel de 140 metros, desde los 777 subimos hasta los 917 metros, lo que conlleva un 11% de pendiente media, con interminables tramos del 18%. En el alto nos recibe un geométrico humilladero. Y desde esta colina se abre al peregrino la brutal Tierra de Campos, comarca orgullosa de su cereal, de sus palomares y de su valioso arte. Ya en Puente Fitero, Burgos se funde a orillas del Pisuerga para recibir a Palencia.
Nos adentramos en Tierra de Campos, denominado “granero de España”. Como relató Aymeric Picaud , “tierra llena de tesoros, de oro, plata, rica en paños y vigorosos caballos, abundante en pan, vino, carne, pescado, leche y miel, pero carente de arbolado”.
Antes de llegar a Itero de la Vega pasamos por la antigua parroquia de San Nicolás (hoy albergue de peregrinos de temporada gestionado por voluntarios de la Confraternidad italiana de San Giacomo) y acto seguido llegamos al puente Fitero o de la Mula, sobre el río Pisuerga. Aquí se acaba Burgos y empieza Palencia. La obra original se construyó durante el reinado de Alfonso VI el Bravo (1072 - 1109), pero de esta fábrica ya no queda nada y lo que vemos hoy son añadidos y reconstrucciones del puente  levantado en el siglo XVI. En cualquier caso su contemplación es espectacular y merece un descanso a sus pies, antes de atravesarlo para llegar a Itero.


Puente Fitero
A la entrada del pueblo nos encontramos con el Hostal Fitero, donde nos damos el mayor homenaje mañanero del camino. Huevos con jamón, ensaladas, café y orujo. Eso sí, nos trataron de lujo.
Almuerzo "ligero"
Y con semejante festín a la una de la tarde, más de 30 polvorientos grados en los caminos entre rastrojos dorados reflejando el sol, y nuestra caldera a cien grados, a seguir rumbo a Frómista.  Suerte que solo nos faltan 15 km., o de lo contrario nos encuentran como la mojama entre los cereales.
Nada más dejar atrás Boadilla del Camino cogemos el camino junto al Canal de Castilla, magnífica obra de ingeniería, concebida por el Marqués de la Ensenada (1702 - 1781), estadista y político ilustrado y Ministro más influyente de Fernando VI. La finalidad de la red fluvial de canales, construida entre 1753 y 1849, era la de transportar el cereal castellano hasta el Cantábrico
Canal de Castilla
por medio de barcazas tiradas por bestias de tiro. Funcionó hasta que la implantación y la regularidad del ferrocarril  lo dejó en desuso en 1959. Desde entonces conduce el riego y abastece a las poblaciones ribereñas.
Nuestro camino sigue en paralelo al Canal durante más de tres kilómetros y llega hasta un conjunto de esclusas que en este punto permitían a las barcas salvar un desnivel de más de catorce metros. Cruzamos al otro lado del Canal y entramos en el casco urbano de Frómista. En el centro se encuentra un punto de información turística y la valiosa iglesia románica de San Martín(románico S.XI)  que merece una detenida visita y, cómo no, unas fotos. No debe pasarse por alto el cimborrio,
Canal de Castilla - Esclusas
que a diferencia de las demás iglesias románicas, en esta ocasión es octogonal, y las torres cilíndricas, elemento muy extraño en el románico. Tal es la perfección de su escala y sus formas que parece una gigantesca maqueta. Se construyó en el siglo XI gracias al patrocinio de Doña Mayor de Castilla y está formada por tres naves, 46 capiteles, una cúpula octogonal y dos torres cilíndricas que miran hacia occidente.

Iglesia de San Martín de Frómista
Y justo enfrente de esta maravilla del románico tenemos nuestro alojamiento por segundo año consecutivo. Se trata del Hotel San Martín, un alojamiento familiar con una excelente relación calidad-precio.  Si el tiempo lo permite, se puede comer y cenar en la terraza, para poner la guinda a los excelentes platos de su menú. Y nos permitimos el lujo de reservar las habitaciones con vistas a la plaza peatonal, es decir, nuestros balcones a unos 30 metros de la iglesia de San Martín. Levantarse a las seis de la mañana, justo viendo amanecer con la luna de testigo sobre la iglesia, y observando a los primeros peregrinos a pie que salen del albergue (situado justo al lado del hotel), resulta una experiencia única que me hace permanecer inmóvil y contemplativo un buen rato en la habitación.
Hotel San Martín

Después de una merecida siesta,  esta vez a la cama sin comer, faltaría más, un paseo por el pueblo hasta la iglesia de San Pedro, la actual parroquia de Frómista. Es de estilo gótico, aunque su portada es renacentista, diseñada por Juan de Escalante y que nos recuerda claramente la estructura que tenían los antiguos arcos de triunfo romanos, con su arco de medio punto y las columnas pareadas sobre un alto plinto que flanquean la entrada al templo. Esta portada está protegida por un amplio pórtico de estilo neoclásico.
Una buena ocasión para quedarnos a escuchar misa y cumplir con una de nuestras motivaciones del Camino (unos más que otros).

No hay comentarios:

Publicar un comentario