Etapa 6. Frómista  - Sahagún (57,6 km)
Nos encontramos ante la etapa más cómoda de todo el Camino, aunque no sea la más corta. Son 57,6 km que deben hacerse sin ninguna dificultad digna de mención. Ocasión que podemos aprovechar para detenernos en alguna de las joyas más significativas que nos encontraremos hasta Santiago.
Tras desayunar como Dios manda, nos ponemos rumbo a Sahagún en lo que se promete como otro día espectacular. Entre 25 y 30 grados, con nubes y sin viento. Una delicia para hacer recorridos en bici  por caminos, y entre cereales.

Villalcázar de Sirga con Santa María la Blanca al fondo
Sin darnos cuenta, en 13 km nos encontramos en la entrada de Villalcázar de Sirga, población donde nada más llegar se me ponen los pelos de punta pensando en la maravilla que nos espera. El pueblo se atraviesa por un lateral, pero hay que adentrarse hasta lo alto de la pequeña colina que forma el pueblo, donde enseguida nos recibe la gran iglesia fortaleza de Santa María la Blanca, templo templario en perfecto estado de conservación (gracias también al esfuerzo de restauración que la Administración de la Comunidad está realizando desde hace años).  Fue
Sta María la Blanca - Villalcázar de Sirga
construida a finales del S. XII, en plena transición del románico al gótico. No hay que irse sin echar un vistazo con detenimiento a la portada sur, que presenta un Pantocrátor rodeado de los Evangelistas y Apóstoles sobre un arco apuntado de ricas arquivoltas. Entre los apóstoles destaca la figura de Santiago, vestido de peregrino.
En el mismo destaca una rareza difícil de volver a encontrar;  en el tetramorfos se ha sustituido al buey o toro de San Lucas por un cerdo.
Cuenta la leyenda que el cerdo escondía la llave del pasadizo de los templarios, mientras que otra contempla que el cerdo escondía el tesoro de la Orden.
Y seguimos hasta Carrión de los Condes, sin dificultades a no ser por unos ligeros repechos al final de una larga recta. Después de dar un largo paseo por el pueblo, descendemos por el fabuloso puente sobre el río Carrión y llegamos al Monasterio Benedictino de San Zoilo, otra joya del Camino, hoy convertido en hotel y Centro de Estudios y Documentación del Camino de Santiago.


Detalle del Pantocrátor
A unos seis kilómetros abandonamos la carretera para pisar la Vía Aquitana, calzada romana que unió Burdeos con Astorga y que más de dos mil años después aún conserva parte de su trazado original. En este tramo las sombras no escasean, simplemente no existen. Afortunadamente ya no presenta el piso de cantos rodados, que fue cubierto de zahorra hace ya algunos años.
Moratinos y San Nicolás del Real Camino son los últimos pueblos del trazado francés a su paso por Palencia, y ceden el testigo a León, la provincia con más kilómetros de todo el itinerario jacobeo (214 km).
A medio camino paramos a almorzar, y acabaremos dando un espectáculo a las incrédulas peregrinas que tímidamente reponían fuerzas en una mesa de la terraza vecina a la nuestra. Cuando vieron los bocadillos imposibles de morder que teníamos en las manos, hicieron todo tipo de comentarios (graciosos, eso sí) acerca de la verdadera vocación que nos impulsaba a realizar esta peregrinación, como si fueran incompatibles ambas cosas. La guinda la puso Fernando M. cuando “gritó” al camarero: “jefe !!!, qué tal van esos torreznos, que no se enfríen…!!!”. De traca, vamos. Todavía estarán flipando…
Y una vez repuestas fuerzas, seguimos camino de Sahagún, a donde llegamos salvando las vías a la entrada del pueblo.
Antes de entrar en Sahagun pasamos por el meridiano del Camino,
perfectamente señalizado con dos columnas que parecen acunarnos a nuestro paso, fieles testigo de tanto peregrino a lo largo de los años. Es un consuelo leer su inscripción, pensando que llevamos ya la mitad del camino recorrido.











Iglesia de San Tirso-Sahagún
Sahagún exhibe el arte mudéjar en las iglesias de San Lorenzo y San Tirso, levantadas por alarifes que prescindieron de la piedra y armaron sus obras con ladrillo.  Resulta muy curioso contemplar cómo continúa la construcción del altar mayor con ladrillo mudéjar a continuación de la piedra románica. Además se encuentra perfectamente restaurado y conservado, según pudimos contemplar en la visita que realizamos con una guía voluntaria que resultó ser un encanto por su simpatía y su interés por mostrar todos los secretos del templo, y por agradar, que es de agradecer. También, al final de la calle Antonio Nicolás, podemos ver el arco barroco de San Benito.




Altar de San Tirso donde se aprecia la construcción mozárabe sobre la románica

Por la tarde pudimos asistir a las Vísperas de las monjas benedictinas del Monasterio de Santa Cruz, cuyos cánticos son una delicia, y tuvieron además el detalle de entregarnos a cada peregrino, tras la bendición “en corro”, de una estampita con la oración del peregrino. Todo un detalle que se agradece porque demuestra también su interés.


Monjas Benedictinas Monasterio de Santa Cruz - Sahagún

Y para acabar la jornada, vemos durante la cena el partido de la final de Champions entre la Juventus y el Barcelona. Yo solito contra tres merengues. Hubo momentos de angustia por mi parte y cachondeo por la suya, pero al final pude celebrar el triunfo culé y dormir como un angelito. Eso sí, lo mejor de la cena, el vino y la terraza. Lo demás, para olvidar.

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